Por: Jaime Ramírez
A poco menos de un mes de la elección del Consejo Constitucional, no puedo dejar de preguntarme ¿Dónde están las personas con discapacidad? ¿Son parte de este nuevo proceso? Lo cierto es que, a diferencia del proceso constitucional anterior, ningún candidato o candidata -del que se tenga registro- declara ser una persona con discapacidad. Esto es preocupante.
Cuando se discuten cuestiones tan fundamentales, resulta primordial que todos los colectivos del país participen del debate público. Desde las teorías de la representación se sostiene que, en busca de una democracia sana, los espacios de representación política deben ser un espejo de sus propias sociedades, para que en la discusión pública aparezcan los anhelos, temores y expectativas de cada uno de estos colectivos. Al no estar ninguna persona con discapacidad ahí, se está perdiendo la oportunidad de escuchar lo que tienen para decir más de 3 millones de personas y se está dañando el sistema democrático.
Las personas con discapacidad hemos sido un grupo históricamente excluido de la vida en sociedad, hemos tenido un menor acceso a espacios educativos, sociales, laborales, sexuales, políticos etc. Tanto es así, que existe legislación nacional e internacional que apunta a eliminar la discriminación por motivos de discapacidad en todos los ámbitos de la vida, en particular, el político.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y Ley Nº20.422 recogen este punto, estableciendo que las personas con discapacidad tienen derecho a participar de la vida política y pública, para ello el Estado de Chile debe comprometerse a la realización de medidas afirmativas orientadas a compensar las desventajas estructurales de la discapacidad, como, por ejemplo, estableciendo una ley de cuotas específica para este colectivo.
La participación política de las personas con discapacidad no es sólo un anhelo del colectivo, sino que es deseable para la salud del sistema democrático chileno y exigible por la legislación vigente. No obstante, seguimos quedando fuera.
El sueño de la autorrepresentación de las personas con discapacidad tendrá que seguir esperando. Por eso, hago un llamado a los futuros consejeros y consejeras, que ante la responsabilidad de imaginar el futuro de Chile, escuchen lo que tenemos que decir nosotros y nosotras, las personas con discapacidad. Mientras esto no suceda, seguiré parafraseando a las compañeras feministas diciendo: sin discas, no hay democracia.
Jaime Ramírez Fuentes
Experto por experiencia del Núcleo Milenio DISCA